lunes, 30 de enero de 2012

THE ARTIST: grandioso silencio

Pocas palabras hay para definir The Artist, tan pocas como las que nos ofrece la propia película. Enfrentarse a una película muda en pleno siglo XXI y salir del cine con una amplia sonrisa, sin el menor atisbo de aburrimiento y con un grado de satisfacción enorme, es el mayor mérito de The Artist.
La peli se basa en la historia de un actor estrella de películas mudas que ve cómo el tiempo corre en su contra con la amenaza del cine hablado y con sonido.

No hay nada en el metraje que te haga pensar que es una película de 2012. Estamos ante una obra maestra de principios de siglo. Es imposible no rendirse a la evidencia de que The Artist es lo más sorprendente que nos han dejado las pantallas en los últimos años. 
Me extrañaría que pueda crear tendencia porque no veo una sucesión de películas mudas en nuestras pantallas los próximos años; sin embargo, ha supuesto un antes y un después para entender lo que el público quiere o, más concretamente, lo que el público no quiere. Fuera tópicos, prejuicios y clichés: el CINE es bueno, sea mudo o hablado, en blanco y negro o en color; sólo un buen guión y grandes actuaciones sirven para emocionarnos, sin necesidad de ordenadores ni efectos especiales.

Las actuaciones son estelares, la elección de actores y actrices es simplemente perfecta: sus trabajos nos hacen olvidar que se ha rodado en el año 2012 y nos transporta a los grandes clásicos cinematográficos de los años 20. La pareja protagonista, Jean Dujarni y Bérénice Bejo, tiene un feeling y una compenetración extraordinarios; además, sus rostros y gestos son de época, es decir, son perfectos para crear la atmósfera de la industria hollywoodiense de aquellos años. 
Pero no nos quedemos sólo ahí, los secundarios bordan sus papeles en un acompañamieneto estelar: John Goodman parece haber nacido para esta interpretación, el perro Uggie es una pieza fundamental en el transcurso del guión y el chófer James Cromwell clava su papel de unión entre los dos protagonistas durante todo el metraje.

Hablamos, en resumen, de cine puro y de escenas inolvidables e históricas (ella en el camerino de él jugando e imaginando con su chaqueta, ambos haciendo claqué separados por un biombo de atrezzo, él en plena decadencia en su solitario apartamento, la escena de la entrevista de radio en el restaurante... y tantas y tantas otras piezas de miles de quilates); y, todo ello, bañado con una de las mejores bandas sonoras de los últimos tiempos convertida ya en clásica.

Pocas veces saldrás tan impactado de una sala de cine: no se puede obtener más con menos. 
No podrás oirla, pero no querrás dejar de verla.

NOTA: 9
LO MEJOR: todo, absolutamente todo
LO PEOR: a mitad de metraje la parte dramática es muy potente y contrasta demasiado con el ritmo trepidante de la comedia que estábamos viendo hasta ese instante
Para más información: The Artist

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